viernes, 23 de marzo de 2012

La innovación es una de las locomotoras que la administración del presidente Santos ha puesto sobre rieles como eje fundamental para crecer y mejorar la competitividad.




El Gobierno apunta a desarrollar nuevos  sectores de alto valor agregado, que generen transferencia de tecnología. Se contemplan  descuentos tributarios por inversiones en ciencia y tecnología hasta el 125% para las  pymes y el 110% para las grandes empresas.  
 La inversión anual de Colciencias pasará del 0,39% al 0,70% del PIB. El 10% de las regalías que reciben las regiones deberán destinarse a  ciencia, tecnología e innovación.



Esta última, en el contexto de la locomotora tiene, sin duda, un sesgo hacia el crecimiento conómico. Pero al mismo tiempo reconoce que  el desarrollo económico no beneficia a todos. Los pobres extremos no siempre logran montarse en sus trenes. Por ello, el Plan de Desarrollo incluye un capítulo sobre igualdad de oportunidades, que incluye, como eje principal, la estrategia de superación de pobreza extrema: Red Unidos.

Esta consiste en acompañar a un millón y medio de familias por un período de tiempo prudencial, para que accedan a los servicios sociales básicos, es decir, a sus derechos fundamentales.

El objetivo es asegurar la concurrencia de diferentes ofertas para lograr una atención integral.

El modelo es único en Latinoamérica y, aunque suene paradójico, es innovador en muchos sentidos: por un lado, despliega un ejército de trabajadores sociales (Cogestores sociales) que buscan a las familias, las acompañan y las visitan al menos cinco veces al año.



Los cogestores capturan información sobre los logros de  las familias en dispositivos móviles y transmiten la información a las entidades para que focalicen sus inversiones donde hay demanda real. El sistema promueve el intercambio de registros administrativos, moviliza actores privados para que complementen la oferta del Estado y, lo más importante, cuenta con una metodología de seguimiento y medición de impacto. Esto último permite medir cuántas familias superan su condición de pobreza extrema.



Los retos operativos de este modelo son enormes, sobre todo en términos del sistema de información y la generación de y acceso a los servicios sociales. Hay muchas eficiencias por explotar.


En este sentido, el Plan de Desarrollo reconoce el rol fundamental de la innovación para la sostenibilidad ambiental y el progreso social.

Propone la creación del primer Centro de Innovación Social (CIS): una estrategia que busca y promueve soluciones a los diferentes cuellos de botella que impiden que los pobres extremos accedan a servicios y desarrollen capacidades.

El CIS busca no sólo construir sobre las soluciones pertinentes que han sido creadas por diferentes agentes y redes de conocimiento (vía crowdsourcing, entre otros), sino también, desarrollar un ecosistema favorable para la innovación social.

En este sentido, el CIS procurará por la descongestión de trámites, normas y procesos, y la adopción de prácticas más eficientes por parte de las entidades del Estado.

También capitalizará sobre las ideas y el conocimiento de las comunidades y generará incentivos para su desarrollo, réplica y escalabilidad. Se establecerá un fondo de innovación social que permitirá mitigar riesgos, desarrollar gestión del conocimiento, y encontrar sinergias entre el conocimiento científico de frontera y el conocimiento local. Se promoverá la colaboración masiva, el co-diseño, la cocreación y los modelos de negocios en redes.

El CIS busca ser un aliado para quienes se atrevan a desafiar la lógica convencional, quieran compartir sus experiencias (de éxito o fracaso) y/o buscar un aliado para compartir el riesgo asociado a pensar fuera del cajón en términos de superación de pobreza.

En línea con la sostenibilidad de los proyectos que se pretenden apoyar, el financiamiento del CIS recaerá en un modelo mixto que permita tanto al Estado como a los potenciales socios generar retornos de triple línea.

Samuel Azout
Director ANSPE